domingo, febrero 16, 2014

Poemas a Playa del Carmen

1-Te me acercas
contándome al oído milagros
de miles de leyendas
que quedaron entre tus aguas.


Me salpicas
con espumas inundadas de misterios      
de otros tiempos y distancias,
con lamentos de promesas
que perdieron sus palabras
en tus bajamares intensos...


Y yo me acerco y te salpico
sabiéndome tan pequeño,
tan desconsoladamente chico,
tan solo entre mis gentes cotidianas,
que me apabullan tus mareas,
tus olas y tus resacas.


A veces me respondes...
Pero de continuo callas y resbalas
en las arenas de mi playa
que esperan impacientes tus respuestas.




2-Me acaricias
con tu cuerpo revoltoso
cubriéndome de algas
o de pececillos despistados
que resbalan entre mis dedos
como tu espuma blanca,
como el canto melifluo y sincopado
de tus risas y de tus quejas.


Me sumerjo en ti
y me mandas tu mensaje
de caracolas lejanas,
o me golpeas duramente con tus olas
zarandeando mis silencios
que quieren esconderse
del otro lado del inicio del levante.


A veces me arrastras,
me llamas desde tus corrientes
escondidas y falaces
susurrándome con tus resacas
promesas de sirenas y jardines
mar adentro...
Y a veces estoy a punto de creerte.





3-Cuando el sol
acaricia el horizonte de tu cuerpo
y la brisa se esconde
a dormir en la penumbra de las dunas,
poco antes de que lo oscuro
te acune y te proteja,
en el mágico intervalo de minutos
en que el día se viste
con el negro hondo de la noche,
entonces, mi mar, entonces,
me sobran las palabras
y me hago de espuma y de salitre...

Entonces,
tus murmullos monocordes y constantes
son todo lo que quiero y lo que mamo:
y sé que soy,
y sé que siento,
y sé que vivo
en un maridaje secreto y relajado
con historias de marinos y de peces
que juntan magia en tus orillas.


Entonces,
desde esta orilla que me dieron
con fortuna y sin angustias,
dejo llorar los sentimientos
que me hermanan con el mundo
impotente y revanchista,
plácido y rencoroso,
ofendido,
soñador,
esperanzado...




4-Ahora la playa
huele a tiburones destrozados.
Ahora la playa
me está trayendo sabor a muerte.
Ahora la playa
se ha manchado de carne y rojo...


Atardece entre cuerpos de diseño
que recogen carnes bien tostadas
a la crema de leche de placentas
de coco tropical o de aguacate,
carnes bien nutridas de occidente,
niños bien cuidados sin esfuerzos,
cuerpos sobrados de alimentos
de dinero y de futuros...


Pero a mí, en esta hora del crepúsculo,
la playa me huele a dolor,
a sufrimientos y a pateras:
a sudor de cuerpos maltratados,
de hambres pendientes y de esperanzas
compradas y vendidas.


Ahora la playa
es un cementerio de sueños e ilusiones.
Ahora la playa
es un refugio de hambres y de olvidos.
Ahora la playa
ya no es un lugar para el turismo...



5-Pero cuando amanece
en la playa larga y solitaria,
cuando el sol comienza a acariciar
las dunas y las olas,
cuando las gaviotas y los peces
saludan jubilosos el despertar de la mañana,
entonces el mar, mi mar,


me habla de emociones contenidas
mientras mis pasos presurosos
interrumpen el cristal claro de las aguas
en las orillas de la playa.



Entonces me hago de sueños
y dejo acunar los sentimientos dormidos
en cada paso, en cada huella
de aguas y de arenas. Entonces
mi canto es un canto de peces y gaviotas,
de barcos que faenan a lo lejos,
de bancos de sardinas o jureles
que buscan su amor desesperado.


Y mis pasos, que el agua borra
pero que guarda la arena dorada,
son versos de esperanza
que voy lanzando a los vientos,
al agua, a las olas, a las gaviotas...
a todo lo que añoro y lo que amo.

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